Wiñol Trewpantu:
Canto al Renacimiento del Sol en la Cosmovisión Mapuche
En el corazón del invierno austral, cuando la noche extiende su manto y las estrellas titilan con fulgor ancestral, el pueblo mapuche alza su canto al sol, celebrando el Wiñol Trewpantu, el renacimiento del astro rey.
Un poema cósmico se despliega en el Wallmapu: el lugar donde el sol y su ciclo Trewpantu y Wiñol giro o vuelta, en lengua mapudungún, van creando una danza celestial, alejándose del abrazo periódico de la tierra para luego retornar, renovado y vigoroso, marcando el inicio de un nuevo ciclo.
No es solo una fecha, es un sentir, una conexión profunda con la naturaleza, una cosmovisión , o manera de leer la naturaleza y su complejidad, que reverencia la vida en todas sus formas.
El Wiñol Trewpantu, que sintetiza el concepto “vuelta del sol”, coincide con el solsticio de invierno en el hemisferio sur, entre el 21 y el 24 de junio. La noche más larga del año, cuando la oscuridad, se convierte en el escenario perfecto para el renacimiento.
No es un simple cambio de estación, es un renacimiento espiritual. La tierra se prepara para recibir la nueva vida que brotará con la llegada , en pronto tiempo, de la primavera. Los ríos se renuevan, los animales cambian su pelaje, las aves entonan cantos de alegría y las plantas se engalanan con nuevos brotes.
El Wiñol Trewpantu es un momento de reflexión, de agradecimiento y de esperanza. Las comunidades mapuches se reúnen en torno a rogativas, cada familia, a través de su recuerdo busca revivir ceremonias ancestrales donde se invocan a los espíritus queridos de la familia y se agradece por la abundancia de la tierra.
El yeyipun o la oracion va llevando a una danza ritual, un purrun que se convierte en el símbolo de la unidad y la conexión con el cosmos. Los cuerpos se mueven al ritmo del kultrun, el trompe y las pifulkas mientras los cantos se elevan hacia el cielo, implorando la bendición del Wenu mapu y el wenu fuxA : El cielo y el anciano que camina en el cielo.
En el Wiñol Trewpantu, el pueblo mapuche reafirma su identidad, su conexión con la tierra y su respeto por la naturaleza. Es un llamado a la armonía, a la reciprocidad y al equilibrio entre el hombre y el medio ambiente.
Es un poema cósmico que se reescribe año tras año, recordándonos que la renovación siempre es posible, que la oscuridad siempre da paso a la luz y que la esperanza nunca se apaga.
Cabe destacar que, a diferencia de la cosmovisión occidental que por mucho tiempo consideró a la Tierra como plana, el pueblo mapuche poseía un conocimiento ancestral sobre la esfericidad del planeta. Esta sabiduría se encuentra plasmada en el kultrún, un instrumento musical sagrado que representa a la tierra en su forma redonda y marca, como un calendario, el comienzo y el hito de las cuatro estaciones.
Más allá de la representación simbólica, la profunda conexión del pueblo mapuche con la naturaleza se manifiesta en su comprensión del solsticio de invierno como un momento de renovación para la vida vegetal. La savia, elemento vital para el crecimiento de las plantas, se renueva durante este período, marcando el reinicio del ciclo vegetal.
El Wiñol Trewpantu, más allá de una celebración cultural, es un testimonio de la profunda sabiduría y sensibilidad del pueblo mapuche hacia la naturaleza. Su legado ancestral nos invita a reflexionar sobre nuestra propia relación con el planeta, abriendo nuestra comprensión a una manera más respetuosa y armónica de convivir con el medio ambiente